El Daily Mail de Inglaterra
había ofrecido en aquel año la cantidad de 1.000 libras a quien cruzara
por primera vez el estrecho que divide Inglaterra de Francia. Esto le
motivó a diseñar su famoso monoplano con el que pudo previamente
realizar un viaje de 36 minutos y 55 segundos a campo traviesa y por
ello se sintió seguro de hacerlo. Tuvo otros rivales: Charles de Lambert, un ruso aristocrático de raíces francesas y pupilo brillante de Wilbur Wright; además de Hubert Latham, el favorito para ganar. Seis días antes del vuelo de Blériot, Latham intentó el cruce pero su avión (el Antoinette IV) cayó en el canal cuando el motor se apagó. Lambert fracasó también al estrellarse en un vuelo de prueba.
El 25 de julio de 1909
era un día de mal tiempo, pero Blériot se sintió motivado para volar a
pesar de malos augurios: caminaba con ayuda de muletas — se había
quemado un pie en sus ensayos—, un perro fue alcanzado por la hélice del
monoplano y murió; y agregado a esto su esposa le rogaba no hacer la
travesía.
Despegó a las 4:35 cerca del puerto de Calais
cuando notó la baja velocidad del viento. Si Latham hubiera sabido que
Blériot empezaba un vuelo real para cruzar el canal, hubiera intentado
adelantarse (no en vano era el favorito), pero creyó que era solo un
vuelo de prueba y cuando se dio cuenta de que estaba equivocado ya no le
dio tiempo de reaccionar.
Al inicio fue escoltado por el bote Escopette que llevaba a su
esposa Alicia, pero avanzó y lo dejó atrás. Continuó el viaje: eran
tiempos que se viajaba sin compás ni instrumentos, estaba inseguro de su
posición y volando a 64 km/h
y 76 metros de altura con las olas del mar abajo. A los diez minutos
estaba en medio de la nada, "solo y perdido" según sus palabras. Su motor se sobrecalentó, pero gracias a la lluvia pudo mantenerse.
Al fin vislumbró las cumbres cerca de Dover,
lejos de donde tenía planeado aterrizar por la acción del fuerte
viento. Louis voló en su contra y alcanzó a ver un claro donde llegar
pero el viento aún lo impedía. Apagó el motor y la máquina logró tocar
tierra. Al aterrizar le recibieron soldados y un policía ingleses y dos
de sus compatriotas. El viaje duró 37 minutos.
La importancia de esta aventura no fue tanto la velocidad ni la distancia sino el hecho de que por primera vez se sorteaba un cuerpo de agua entre dos territorios. Esto hizo preocuparse a Inglaterra porque se sintió vulnerable ante un ataque aéreo.
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