En 1532, los españoles y sus aliados indígenas bajo el mando de Francisco Pizarro tomaron prisionero a Atahualpa en la ciudad de Cajamarca. Aunque se pagó un rescate, fue condenado a muerte por razones políticas y estratégicas, y los españoles conquistaron su imperio. La corona nombró a Francisco Pizarro gobernador de las tierras que había conquistado.
Pizarro decidió fundar la capital en el valle del río Rímac, después del intento fallido de constituirla en Jauja. Consideró que Lima estaba estratégicamente ubicada, próxima a una costa favorable para la construcción de un puerto pero prudencialmente alejada del mismo como para prevenir ataques de piratas y potencias extranjeras, sobre tierras fértiles y con un conveniente clima fresco.
Así, el 18 de enero de 1535 se fundó Lima con el nombre de Ciudad de los Reyes. Francisco Pizarro, con la colaboración de Nicolás de Ribera, Diego de Agüero y Francisco Quintero trazaron personalmente la Plaza de Armas y el resto de la cuadrícula de la ciudad, construyendo el Palacio Virreinal (hoy día transformado en el Palacio de Gobierno del Perú, que de ahí conserva el nombre tradicional de Casa de Pizarro) y la Catedral, cuya primera piedra puso Pizarro con sus propias manos.
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