El accidente del transbordador espacial Challenger se produjo el 28 de enero de 1986, cuando la nave se rompió 73 segundos después del lanzamiento, provocando la muerte de los siete miembros de la tripulación. La nave se desintegró sobre el océano Atlántico, frente a la costa del centro de Florida (Estados Unidos).
El accidente se produjo por un mal funcionamiento de unas juntas que deben asegurar la perfecta estanqueidad de los cohetes aceleradores. Las juntas no cerraron bien a consecuencia del frío y se produjo un escape de gas. La fuga de gas perforó el depósito principal de combustible, que terminó envuelto en llamas y desintegrando la nave.
Aunque no se sabe el momento exacto en que murieron los miembros de la tripulación, se sabe que algunos miembros sobrevivieron a la ruptura inicial de la nave, aunque éstos no sobrevivieron al impacto del transbordador contra la superficie del agua.
Una comisión de investigación determinó que la organización y sistema de toma de decisiones de la NASA había contribuido sustancialmente al accidente, ya que sabían que el diseño de los cohetes aceleradores sólidos del contratista tenían un defecto potencialmente catastrófico en las juntas tóricas, pero no lo habían resuelto adecuadamente. También ignoraron las advertencias de ingenieros sobre los peligros en el lanzamiento provocados por las frías temperaturas de aquella mañana.
Las juntas de estanqueidad son muy importantes, aislan y pueden evitar accidentes como éste..
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