Los checos y los eslovacos mostraban crecientes signos de independencia bajo el liderazgo de Alexander Dubček. Las reformas de Dubček en materia de los procesos políticos dentro de Checoslovaquia, a las que él se refería como "socialismo con rostro humano", no representaba una completa destrucción del viejo régimen, como en el caso de Hungría en 1956. De todas formas, esto fue visto por los líderes soviéticos como una amenaza a su hegemonía sobre los otros estados de Europa del Este bajo el gobierno de partidos comunistas.
La política de la URSS de reforzar a los gobiernos leales dentro de sus estados satélite, usando la fuerza militar de ser necesario, fue conocida como la Doctrina Brézhnev, llamada así en honor al líder soviético Leonid Brézhnev, quien fue el primero en declararla públicamente.
En abril de 1968, Dubček Lanza un "Programa de Acción" de liberalizaciones, que incluía el aumento de la libertad de prensa, la libertad de expresión y la libertad de circulación, con énfasis económico en bienes de consumo y la posibilidad de un gobierno multipartidista. El programa se basó en la opinión de que "el socialismo no puede significar solamente la liberación de los trabajadores de la dominación de la clase explotadora, pero deben hacer más por las disposiciones para una vida más plena con la personalidad de cualquier democracia burguesa." El programa también abarcaría la política exterior, incluyendo tanto el mantenimiento de buenas relaciones con los países occidentales y la cooperación con la URSS y otras naciones comunistas.
El periodo de liberalización política en Checoslovaquia llegó a su final el 20 de agosto de 1968, cuando 200.000 soldados y 2.300 tanques del Pacto de Varsovia invadieron el país. Las críticas desde Occidente fueron casi inexistentes; escritores de izquierda, como Tariq Ali, argumentaron que esto se debía a que los estados de Occidente veían en el "socialismo humano y democrático" de Checoslovaquia una tercera vía, es decir, "una amenaza más grande a los intereses capitalistas en Occidente" de lo que lo era el comunismo soviético, para aquel entonces ya mundialmente desacreditado.
Esa noche, 200.000 tropas y 2.000 tanques del Pacto de Varsovia entraron al país. Las tropas primero ocuparon el aeropuerto internacional de Ruzyne, en donde se arregló el despliegue aéreo de más tropas. Las fuerzas checoslovacas fueron confinadas en su propio cuartel y estaban rodeados hasta que la amenaza de un contraataque se disipó. Por la mañana del 21 de agosto, Checoslovaquia fue ocupada.
Ni Rumanía ni Albania tomaron parte en la invasión, este último porque se retiró del Pacto de Varsovia en 1962. El ataque de los ejércitos del Pacto de Varsovia tuvo como resultado 72 checos y eslovacos muertos (19 en Eslovaquia), 266 heridos graves y otros 436 resultaron heridos levemente. Alexander Dubček llamo a su pueblo a no resistir. Sin embargo, hubo una resistencia dispersa en las calles.
La invasión fue seguida por una ola de emigración, nunca vista antes, que se detuvo poco tiempo después. Se estima que 70.000 personas huyeron de inmediato, y en total se llegó a 300.000 emigrantes. Los soviéticos atribuyeron la invasión a la "Doctrina Brezhnev", que declaró que la URSS tenía derecho a intervenir cuando un país del Bloque del Este pareciera estar haciendo un giro hacia el capitalismo. Todavía hay cierta incertidumbre, sobre cual fue la provocación a la que, en su caso, se produjo para que los ejércitos del Pacto de Varsovia invadieran el país. Los días previos a la invasión fueron más bien un período de calma sin grandes acontecimientos que hayan tenido lugar en Checoslovaquia.
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