La comunidad obrera de las tumbas reales (situada en lo que hoy conocemos como Deir el-Medina) desarrolló tres huelgas bajo el reinado de Ramsés III, en el antiguo Egipto. Estas huelgas fueron las primeras documentadas en la historia de la humanidad, algunas de las cuales se recogen en un papiro que hoy se conserva en el Museo Egipcio de Turín. Las huelgas surgieron debido al retraso de las raciones alimenticias (en Egipto no existió la moneda acuñada hasta la dinastía XXX, en el siglo IV a. C.) que formaban parte de los sueldos de los obreros.
Los trabajadores llevaban más de veinte días sin recibir el sustento porque el gobernador de Tebas oriental y sus seguidores habían interceptado el envío. Cuatro meses después, el conflicto se reavivó. La entrega de alimentos se había demorado de nuevo, esta vez dieciocho días, y los obreros se vieron obligados a reclamar lo que era suyo, pero recibieron partidas insuficientes. Por esta razón interrumpieron el trabajo y se dirigieron al templo de Thutmose III en Medinet Habu, donde presentaron sus quejas, exigiendo que el propio rey fuera informado y proclamando: «Tenemos hambre, han pasado dieciocho días de este mes... hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed; no tenemos vestidos, ni aceite, ni pescado, ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor, y al visir, nuestro jefe. ¡Que nos den nuestro sustento!». Los sacerdotes tuvieron que soportar duras negociaciones y huelgas intermitentes, y aunque no se conoce con seguridad cuál fue el desenlace de la situación sí sabemos que a partir de ese momento los robos en las necrópolis se incrementaron.
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