El Plan Marshall fue el principal plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo. La iniciativa recibió el nombre del Secretario de Estado de los Estados Unidos, George Marshall, y fue diseñada principalmente por el Departamento de Estado, en especial por William L. Clayton y George F. Kennan.
El Secretario de Estado, George Marshall, hizo una comparecencia pública en la Universidad Harvard el 5 de junio de 1947, e hizo públicas las líneas generales de la contribución a la recuperación europea. "Es lógico", dijo Marshall, "que los Estados Unidos hagan lo que sean capaces de hacer para ayudar a la recuperación de la normal salud económica en el mundo, sin la cual no puede haber estabilidad política ni paz asegurada. Nuestra política no se dirige contra ningún país, pero sí contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Cualquier gobierno que esté deseando ayudar a la recuperación encontrará total cooperación por parte de los Estados Unidos de América". Marshall estaba convencido de que la estabilidad económica aportaría estabilidad política a Europa. Ofrecía ayuda, pero los países europeos deberían ser los encargados de organizar el programa por sí mismos.
El discurso no ofrecía detalles ni cifras acerca del plan. Su elemento más importante era la llamada a los europeos para llegar a un entendimiento y para que creasen su propio plan de reconstrucción de Europa, y que los Estados Unidos entonces financiarían dicho plan. El gobierno pensó que el Plan Marshall sería impopular entre la población, y el discurso estaba orientado, básicamente, a la ciudadanía europea. En un intento de mantener la comparecencia fuera de la prensa estadounidense, los periodistas no fueron convocados, y ese mismo día el presidente Truman convocó una conferencia de prensa para distraer la atención de los medios de comunicación y desviar los titulares de prensa hacia otros asuntos.
El Plan Marshall se repartió entre los países participantes básicamente según la renta per cápita. Gran parte del dinero se destinó a los grandes grupos industriales, puesto que se pensaba que su regeneración era esencial para la reconstrucción europea. Además, el reparto según la renta por cápita era una manera indirecta de ayudar a los Aliados, dejando menos para los países del Eje o los neutrales.
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