El nombre del instrumento proviene del cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, diputado en la Asamblea Nacional, que la recomendó para su uso en las ejecuciones en sustitución de los métodos tradicionales; de ahí deriva el nombre de guillotina. Sin embargo, no fue su inventor, puesto que máquinas parecidas ya se habían utilizado en Bohemia, Alemania, Escocia, Inglaterra, Italia, España y los Estados Pontificios.
Para evitar al condenado sufrimientos inútiles, Guillotin propuso a la Asamblea (octubre de 1789) la adopción de la máquina, pero no fue escuchado. Insistió y pidió al secretario de la Academia de Cirugía, el Doctor Antoine Louis, que diseñara una máquina basada en las ya existentes en otros países europeos. La fabricación fue encargada al factor de clavicordios alemán Tobias Schmidt, asesorado por su amigo el verdugo de París Charles-Henri Sanson. En abril de 1792, fue ensayada primero con ovejas y luego con cadáveres en el hospital de Bicêtre, en París. Antoine Louis modificó la cuchilla horizontal por otra con forma oblicua, de mayor efectividad en el corte.
La Asamblea Nacional adoptó el uso de la guillotina a fin de que la pena de muerte fuera igual para todos, sin distinción de rangos ni clase social. En efecto, hasta entonces sólo los miembros de la aristocracia tenían el privilegio de ser ajusticiados sin agonía: eran decapitados con una espada o un hacha. En un principio, Marat había apodado la máquina Louison o Louisette (diminutivo femenino del apellido Louis).
El primer ajusticiado de esta forma fue un bandido llamado Pelletier, el 27 de mayo de 1792. La última ejecución efectuada en Francia con este método tuvo lugar el 10 de septiembre de 1977; el ajusticiado se llamaba Hamida Djandoubi y era un inmigrante tunecino que había asesinado a su compañera. La leyenda según la cual el doctor Guillotin hubiese muerto guillotinado es falsa; falleció de enfermedad en su domicilio en 1814.
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