Ana Bolena, reina consorte de Inglaterra, fue la segunda esposa del rey Enrique VIII y la madre de la reina Isabel I. El matrimonio de Enrique y Ana, y su posterior ejecución, fueron parte del complejo comienzo de la considerable agitación política y religiosa que fue la Reforma inglesa, con Ana participando activamente en la promoción de la causa de la reforma de la Iglesia. La han llamado «la reina consorte más influyente e importante que Inglaterra ha tenido nunca».
Debido a un aborto que tuvo, el rey Enrique afirmó que su matrimonio estaba maldito. También surgieron rumores afirmando que la reina tenia varios amantes, que fueron confirmados (bajo tortura) por un músico a su servicio, y por algunos personajes mas bajo presión. Llegaron a acusarla de mantener relaciones sexuales con su propio hermano. La verdad era que el rey se había fijado en Juana Seymour, que a la postre sería su tercera esposa, y tenía que tener el camino libre.
El 2 mayo de 1536, Ana fue detenida durante el almuerzo y llevada a la Torre de Londres. En la Torre, sufrió una crisis nerviosa menor, exigiendo saber todos los detalles sobre el paradero de su familia y los cargos contra ella. Fue acusada de adulterio, incesto y alta traición. Fue condenada a muerte.
El señor y la señora Kingston, los encargados de la Torre, relataron que Ana parecía muy feliz, y dispuesta a seguir su vida. Se dice que ella había comentado, cuando lord Kingston le trajo las noticias de que el rey había conmutado su sentencia de incineración por la de decapitación, y había contratado a un esgrimidor de Calais para la ejecución con una espada de doble filo, en lugar de degollar a una reina con el hacha común: "No tendrá mucho problema, ya que tengo un cuello pequeño".
Vinieron por Ana durante la mañana del 19 de mayo de 1536 para llevarla a la «Torre Verde», donde debía permitírsele la dignidad de una ejecución privada. Se arrodilló en posición vertical (en las ejecuciones al estilo francés, con una espada, no había ningún bloque para apoyar la cabeza). Su oración final consistió en repetir, «a Jesucristo encomiendo mi alma; el Señor Jesús recibe mi alma.» Sus damas quitaron el tocado y ataron una venda sobre sus ojos. La ejecución fue rápida, consistente en un solo golpe: según la leyenda, el esgrimidor fue tan considerado con Ana que dijo, «¿Dónde está mi espada?» o «Mozo, trae mi espada» y luego la degolló, para que ella pensara que tenía todavía unos momentos más para vivir y no supiera que la espada estaba en camino.
El gobierno no aprobó proporcionar un ataúd apropiado para Ana. Así, su cuerpo y cabeza fueron depositados en un arca alargada y sepultados en una tumba sin marcar en la capilla de St Peter ad Vincula. Su hija, la reina Isabel I a su llegada al trono, nunca se preocupó de rehabilitar su memoria y buscar un lugar más digno para descansar sus restos; su cuerpo fue identificado en unas reformas de la capilla bajo el reinado de la reina Victoria y de esta manera el lugar de descanso de los restos mortales de Ana está marcado ahora en el suelo de mármol.
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