Esta página no pretende ser un blog de historia, aunque en él se plasmen hechos acontecidos en el pasado. Como su título índica, se ponen en conocimiento acontecimientos que tuvieron lugar en el mismo dia y mes de publicación del post. Están recopilados de la red, mayoritariamente de Wikipedia.

lunes, 30 de mayo de 2011

Quema de Juana De Arco

Nacida en Domrémy, pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia, ya con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al rey Carlos VII de que expulsaría a los ingleses de Francia y éste le dio autoridad sobre su ejército en el Sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la Guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey eximió al pueblo natal de Juana de Domrémy del impuesto anual a la corona. Esta ley se mantuvo en vigor hasta hace aproximadamente cien años. Posteriormente fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán.

Place du Vieux Marché (Plaza del Viejo Mercado), Ruán, 30 de mayo de 1431. Previamente, Juana había sido escuchada en confesión y le habían administrado los sacramentos de la Comunión. Apareció su hermano Pierre Maurice al que Juana se dirigió en busca de consuelo, pidiéndole donde estaría aquella misma noche. Él le preguntó si aún creía en Dios, y entonces ella afirmó que con la buena voluntad de Dios, aquella noche ya estaría en el paraíso: «Sí, con la ayuda de Dios, estaré en el paraíso». De este modo, la joven doncella de no más de 19 años perdió el miedo y se preparó para el reto definitivo.


Juana será escoltada esposada hacia una plaza llena de gente. Unas diez mil personas más mil soldados ingleses, todos expectantes, a las nueve de la mañana de aquel día. Iba vestida de blanco y llevaba algunos detalles en recuerdo de Jesús. En el centro había una hoguera montada: una plataforma con una estaca en el medio a la cual sería atada, con un montón de ramitas de madera para poder calar fuego a sus pies. Delante de ésta había una mesa con una inscripción en la que se decía que Juana, la que a sí misma se hacía llamar la Pucelle, había cometido una serie de delitos y de pecados.


Mientras se acababa de preparar la plataforma, Nicholas Midi (el autor de los doce artículos de la acusación) comenzó a leer un sermón al que Juana guardó silencio. Éste acabó con la siguiente frase: «Juana, ve en paz, la Iglesia ya no te puede proteger más y te libra a las manos del brazo secular». Juana, en aquel momento arrodillada, realizó unas plegarias a Dios con contrición, penitencia y fervor de fe. Invocó, además de a Dios, a la Virgen María, la Santísima Trinidad y todos los ángeles del paraíso. Asimismo, también invocó el perdón por los males que hubiera podido causar. Estuvo una media hora aproximadamente, según Jean Massieu. Algunos jueces y algunos ingleses incluso lloraron viendo que no era más que una buena chica. Finalmente, un soldado inglés acabó una pequeña cruz con dos palos que ella besó repetidamente.


Le tocó a Massieu acompañarla los últimos metros junto con el hermano Martin. Ella siguió rezando y rogando a San Miguel y a otras criaturas celestiales.. Juana fue puesta sobre la hoguera y antes de ser quemada, un soldado inglés interrumpió con un grito de fondo gritando «¡Sacerdote! ¿Nos dejarás acabar el trabajo antes de la hora de la cena?». Entonces un alguacil dio la orden de ejecución y el verdugo la llevó a la estaca. Llevaba un papel clavado en la parte superior con las palabras «hereje, reincidente, apóstata, idólatra».

Como último deseo, Juana reclamó que los Sacerdotes alzasen una cruz delante de sus ojos hasta que ella muriese, para que así acabara sus últimos momentos acompañada de Dios. El hermano Isambard de la Pierre fue a buscarla a Saint Sauveur, la iglesia más cerca y volvió bajo las risas de los ingleses, mientras ella invocaba Santa Catalina, Margarita y Miguel. Pierre subió a la plataforma y alzó la cruz, y ya entre las llamas, ella todavía le pidió que bajara para que no se llevara ningún disgusto, pero siempre con la cruz alzada, para que fuese lo último que ella viera. Así lo hizo y Juana se perdió entre las llamas. Pero todavía pudo gritar la palabra «¡Jesús!» varias veces. Se dice que antes de que muriera la Pucelle, Cauchon se acercó a ella, y Juana gritó: «Yo moriré por su culpa, si yo me hubiese entregado a la iglesia y no a mis enemigos, yo no estaría aquí». Con un fogonazo del verdugo, Juana sería rápidamente reducida a cenizas.


El propio verdugo, Geoffroy Therage muy consternado fue a buscar a Isambard de la Pierre a una taberna y así lo demostró diciendo que había quemado una santa. Se contó que sus restos se lanzaron al Sena. Algún soldado inglés, también afligido, afirmó haber visto el alma de la joven marchándose del cuerpo, y algún otro afirmó haber visto el reflejo de Jesús, como otros dijeron también haber visto salir una paloma.


1 comentario:

  1. esta chida la historia pero parece q la escribieron con las patas casi no se entiende nada

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