Kosovo era una provincia serbia, conocida con el nombre de provincia autónoma de Kosovo y Metohija. Desde 1999 hasta su declaración secesionista de 2008 fue administrado por la ONU de forma interina, como resultado de la derrota del ejército serbio en la Guerra de Kosovo. Aunque Kosovo formalmente seguía perteneciendo a Serbia, en virtud del cumplimiento de la resolución 1244, el gobierno serbio no intervenía en la administración de su provincia.
La resolución de dicha guerra trajo como consecuencia el éxodo de 200.000 kosovares de origen serbio hacia el resto de Serbia, mientras que se reafirmó la mayoría étnica albanesa. En el momento de la secesión, el 90% de la población pertenecía a dicha etnia, mientras que la comunidad de origen serbio representaba el 10%, localizada principalmente en enclaves en el norte de la región.
La Declaración de independencia de Kosovo fue un acto acontecido el 17 de febrero de 2008 y llevado a cabo por el Parlamento kosovar de forma unilateral, que declaraba la escisión de este territorio de mayoría albanesa del resto de Serbia, dando lugar a la creación de un nuevo Estado, denominado oficialmente República de Kosovo.
La declaración de independencia dividió a los estados entre aquellos que la apoyaron, como Estados Unidos, sus principales aliados y parte de la Unión Europea; y aquellos que se opusieron como la propia Serbia, Rusia y sus aliados, y estados como España y gran parte de Latinoamérica, que se mostraron contrarios al reconocimiento de la provincia serbia como Estado independiente.
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