La compra de Alaska fue una compra de 1.518.800 kilómetros cuadrados del actual estado de Alaska por parte de Estados Unidos al Imperio ruso llevada a cabo el 30 de marzo de 1867, a instancia del Secretario de Estado estadounidense William Seward.
Rusia se encontraba en una difícil situación financiera, y temía la pérdida de los territorios de Alaska sin ninguna compensación en algún conflicto futuro, probablemente con sus rivales los británicos, que podrían haber capturado con facilidad una región tan difícil de defender. Por lo tanto, el emperador Alejandro II decidió vender el territorio a los Estados Unidos, mandando a su ministro Eduard de Stoeckl comenzar las negociaciones con Seward a comienzos de marzo de 1867. Las negociaciones concluyeron a las cuatro de la madrugada del 30 de marzo, con un precio final de 7.200.000 dólares. La opinión pública estadounidense fue positiva a la compra en general, aunque algunos columnistas y editores se mostraron contrarios a la compra de tierras.
El Senado de los Estados Unidos ratificó el tratado el 9 de abril de 1867, con un total de 37 votos a favor y dos en contra. Sin embargo, la asignación del dinero necesario para la compra se demoró más de un año debido a la oposición de la Cámara de Representantes. Esta aprobó finalmente la asignación en julio de 1868, con una votación de 113 votos a favor y 48 en contra.
Un nombre aleuta, "Alaska" fue el escogido por los estadounidenses. La ceremonia de entrega se llevó a cabo en Sitka, el 18 de octubre de 1867. Soldados estadounidenses y rusos desfilaron ante la casa del gobernador. La bandera rusa fue arriada y la estadounidense izada entre salvas de artillería. El capitán Alexis Pestchouroff dijo: «General Rousseaus, por la autoridad de Su Majestad, el Emperador de Rusia, transfiero a los Estados Unidos el territorio de Alaska». El general Lovell Rousseau aceptó el territorio. Las tropas ocuparon las barracas. El general Jefferson C. Davis se estableció en la casa del gobernador. La mayoría de los rusos volvieron a su país, quedándose sólo algunos comerciantes y sacerdotes.
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