Después de alcanzar la cima del mundo con su Selección Argentina durante el flamante mundial de México ’86, y haber emocionado a todo el mundo con sus lágrimas en la final de Italia ’90, el considerado como uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos comenzaba con un declive en su carrera.
Regresando tras el mundial al Nápoles que le dio la gloria de dos Scudettos y una Copa de la UEFA, el 17 de Marzo de 1991, tras ganarle al Bari por 1 a 0, fue elegido para el control antidopaje, dando positivo por cocaína.
La sanción le valió un alejamiento de los estadios por un período de quince meses, obligándolo a volver a su Argentina natal y protagonizando otro escándalo más: en Septiembre de 1991 fue condenado por 14 meses de prisión en suspenso por tenencia de estupefacientes.
Alejado del fútbol europeo, y disputando algunos partidos con Newell’s Old Boys, de Argentina, la Selección Argentina volvió a convocarlo cuando su clasificación para el mundial de Estados Unidos 1994 se veía complicada, debiendo jugar una repesca contra la selección de Australia.
Tras un triunfo de Argentina por 2 a 1, el sorteo lo eligió para el control antidoping, arrojando el resultado más temido: Doping positivo de Efedrina.
A pesar de haber alegado que la droga estaba incluida en un antigripal que le fue suministrado por su médico, fue suspendido por quince meses, abandonando la concentración Argentina en el país norteamericano.
La mediática imagen de la enfermera Ingrid Maria, la declaración de Maradona diciendo su frase “me cortaron las piernas” y la polémica eterna que deriva en su lucha contra las drogas, una verdadera historia negra del fútbol que, esperemos, nunca se repita…
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